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18 de Febrero 2004

Flores para mi en una mañana triste.

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Estuve ausente una semana. Me serviría de mucho el explicar el porque.

Son las 03:00 a.m. y yo no logro pegar ojo, demasiadas cosas en que pensar, que recordar y que añorar....

Me doy vueltas en la cama, muevo el pie freneticamente (es mi manera de adormentarme, si, pobre del que duerme a mi lado, pero son manías de toda la vida.)......nada, Morfeo brilla por su ausencia. Por fin, estiro el brazo y enciendo la luz de la lámpara de mi buró. Tomo el libro de turno y comienzo a leer con la esperanza de que el cansancio o el aburrimiento me tumben. Esfuerzo inútil.

Por fin, cansada de luchar contra lo inevitable, me levanto y decido no dormir. Voy a la cocina y me preparo un café ( ya que voy a estar despierta toda la noche, ¿por qué no me darme el tiro de gracia?).

Mientras el agua se calienta en el microondas me vienen a la mente las ideas, si, ya sabemos que esa cocina mía es musa inspiradora de todos mis desvaríos literarios.
Asi pues, después de haberme preparado un termo con suficiente café para tener despierto al Dios del sueño, me dirijo hacia el pequeño estudio y tomo mi cuaderno de escribir, hoy en día un poco empolvado (maldita computadora).

Escribo, escribo y escribo, hasta que los rayos de sol comienzan su lucha diaria de filtrarse por esa ventana de cortinas tan espesas. La casa comienza a despertarse, Leo, acurrucado casi toda la noche en el diván que está junto a mi (ese gato mio no me da un minuto de tregua, parece pato, donde voy yo me sigue como si fuera la madre pata) se despereza como solo saben hacerlo los de su raza, con ese gesto de despreocupación que es la envidia del ser humano.
Lola entra a la estancia restregándose contra el marco de la puerta y reclamando su desayuno. Hoy no trabaja mi marido, así que a las siete de la mañana ya se tardó su ración de croquetas mañaneras.

Me levanto de la silla y compruebo cuan cansada estoy, pero al instante me doy cuenta de que no es cansancio físico el que me apabulla, es ese, el del alma, el peor de todos.

Voy hacia la cocina, hoy el café y las tostadas los preparo yo, de costumbre es que cuando mi esposo no trabaja y acostumbrado a levantarse temprano, es él quien se encarga del desayuno, pero hoy quiero darle una sorpresa.

Preparo la cafetera, condenada! Como se hace la díficil conmigo! ¿o serán tal vez los años de experiencia lo que hace que mi marido en un dos por tres la tiene lista?, si creo que si, pero que cabrones los italianos, primero te vician con esa delicia de café y luego es un pedo para poder siquiera abrirla, deberían de dar cursos para los extranjeros.
Bueno, le sigo, perdón si en el trayecto me desvío con el contexto original, no soy escritora, no sé de técnica literaria y los sentimientos son traicioneros a la hora de plasmarlos.

Mientras espero a que se toste el pan, saco la mermelada de ciruelas y la mantequilla para que se ablande. Bajo al jardín y corto unas naranjas, si, beata de mi, tengo un hermoso naranjo que en estas fechas se abarrota de frutas amarillas y listas para exprimir. Pienso, -Si las exprimo ahora, el ruido del exprimidor eléctrico despertará a Max, mejor lo dejo como último, además dice mi suegra que el jugo de naranja es mejor recién exprimido ya que 4 minutos después, se oxida y pierde todas las vitaminas. Pues sepa la madre, pero por las dudas es mejor que le haga caso-.

Ya, todo preparado, bandejita para dos, ya saben, tipo película americana de los años ochentas, juguito, tostadas con mantequilla y mermelada (¿por qué carajos desayuno americano? Con lo se me antojan unos chilaquiles verdes picositos, con su cebolla, queso y crema. Pura dieta!, pero bueno, esto es lo que hay). Y claro, el café, dulce néctar inventado quien sabe por cuales dioses romanos. Pura imaginación mia pues.

Entro a la habitación y veo a Max durmiendo con esa beata expresión de quien tiene toda la vida arreglada, como los niños, que envidia me da, se nota a todas leguas que es feliz al cien por ciento. ¿Por qué no puedo serlo también yo? ¿que carajos pasa por mi mente? ¿que demonios internos me persiguen?. A veces pienso que un día se me castigará por mi gula de felicidad, siempre quiero más, siempre me falta algo. Que duro sería si perdiera lo que tan generosamente me ha brindado la vida.

Lo despierto con un beso y le zampo mi petición a bocajarro, ya saben, para agarrarlo todavía medio dormido.

-Max, ¿por qué no nos vamos unos días a casa de tus padres? Me siento triste, necesito de una madre, de TU madre, tal vez unos días allá me quiten un poco la tristeza, ¿no crees?.

Me mira extrañado, no sé si por el desayuno o por la petición o tal vez por ambas cosas.

-¿Por qué te sientes triste? –me dice mientras se pone los anteojos-

-No sé, es solo una sensación que traigo y no me la puedo quitar, creo que unos días con tus padres me servirán para ‘’mejorar’’.-le digo no del todo convencida-

-¿No eres feliz conmigo?-Me pregunta con la tristeza dibujada en sus ojos aceituna-

-Claro que si! Tontito, si no fuera por ti hace ya mucho tiempo que hubiera hecho maletas y regresado a mi lugar de origen. - le digo dándole un beso y pidiéndole perdon con el pensamiento por el hecho de herirlo tal vez con mis estupideces-

Y asi, hablamos largo y tendido hasta que no quedó ni una migaja de pan y los restos del jugo se secaron alrededor del vaso.

No me canso de repetir cuanto amo a este hombre, y me siento impotente al no encontrar las palabras justas para describir el amor que siento hacia él. Baste saber que lo considero un regalo, un regalo del cielo, quien sabe por cual buena acción que la verdad no me acuerdo.
Una vez una persona muy cercana a él me dijo: Massimiliano es de raza buena, raza gentil, noble. Yo ya lo sabía, pero me hizo gracia que me lo dijeran, pero si, tiene toda la razón, Max proviene de una especie hoy en día casi extinta.

¿Ven como es fácil desviar el camino? Pero no, todo tiene su porqué.
Hicimos maletas, es un decir, realmente la casa de mis suegros es como nuestra segunda casa, tenemos de todo allá, ropa y todo lo necesario. Metimos a Leo y Lola dentro de sus respectivas jaulitas y partimos. La próxima vez obligaré a mis suegros a venir ellos a casa mía, todavía traigo los maullidos de los gatos penetrados en las orejas, no pararon de llorar todo el camino, tal vez pensaban que los estabamos llevando otra vez con Giorgio, su veterinario, el último de sus recuerdos ahi no era nada grato.

Y llegamos, como familia de damnificados, con todo y perico, en este caso, con dos gatos aterrorizados por el claxon de los carros.
A la mañana siguiente, aparecieron unos hermosos tulipanes en la mesita al lado de la cama, eran para mi, de Max.
-Una aspirina para el dolor del corazón. –Me dijo-

Solo para finalizar, les digo que fué una semana maravillosa, comer hasta que la panza exigió un digestivo, películas viejas en cama para cuatro, hígados de pollo para Leo y Lola, ellos! Que no comen otra cosa que comida especial para gatos y de vez en cuando un trozo de pan dulce por el cual enloquecen, se dieron vuelo mimados hasta el cansancio por mis suegros.
Nuestra amada LAZIO nos regaló dos victorias, una estupenda que nos hizo pasar a la final de La Copa Italia, contra el Milán (4-0 mamma mía!) y otra en campeonato contra el Empoli (3-0 incontenible mi Lazio) y en la cual tuvimos el gusto de ver el tercer gol hecho por mi jugador favorito, el defensor JAAP STAM, considerado uno de los más fuertes del mundo. (aqui la foto).
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Regresamos a casa después de una semana, hartos de juegos, de helados de chocolate y de comida. Con una sonrisa de oreja a oreja y la certeza de que no hay nada que valga más la pena en este mundo que la familia.


Sonaba mientras escribía:
Watermark - Enya
Only If - Enya
Book Of Days - Enya
Adiemus - Enya

Escrito por BLo a las 18 de Febrero 2004 a las 03:29 PM