Ya me siento más allá que acá (no se trata de un trabalenguas).
Falta menos de un mes para volver a pisar mi tierra de origen y eso aparte de ocupada, me tiene de lo más alegre.
Son casi dos años que no voy a México, dos años sin oir mi idioma, sin respirar su aire -que no es igual, créanme- (está más contaminado dirán algunos).
Sin comerme unos tacos al pastor o saborear un mango con chile mientras camino por la calle Madero y me chorrea el jugo por el mentón.
En estos dos años no he cambiado nada (bendito Dios), sigo con los mismos gustos, con los mismos anhelos y con los mismos amigos.
¡Ay! que ya me saboreo el momento cuando vea a Leyla, Caro o Paola....la de cosas que tenemos que contarnos, que decirnos, que confiarnos.
Cuantos besos y abrazos nos debemos, cuantas pláticas nocturnas, cuantos regaños, cuantas emociones que compartir.
Asi mismo me emociona la perspectiva de conocer fisicamente a personas con las cuales he intercambiado letras cibérneticas. De sentarnos en una mesa y recapitular todo lo dicho por este medio llamado internet. De tomarnos un tequila, contarnos anécdotas y carcajearnos hasta que nos duela la barriga.
No sé ellos, pero yo ya estoy contando los días para que nos veamos las caras y decir: ¡Eres mucho más divertido que por messenger!.
Y esto hablando solo de amigos, porque de la familia es obvio el ambiente que se está generando en estos días a casa. No veo la hora de abrazar a mis padres y de llenar de besos y regalos a mis hermanos.
Ya falta menos.
sonaba mientras escribía:
Wild Child - Enya